El pulpo de la leche
URUGUAY
No sólo la carne es un gran negocio para un grupo de ganaderos y dueños de frigoríficos. También la leche, otro alimento básico para la población, está llenando los bolsillos de empresarios que han hecho de Conaprole su gran centro operativo.
En efecto, el negocio de la leche está en manos de unos 500 productores que concentran tierras, vacas, créditos, silos, tecnología, ayudas estatales y al menos el 50 por ciento de la producción.
Este grupo posee 433. 000 hectáreas de las 900. 000 dedicadas en todo el país a los emprendimientos lecheros, tienen 300.000 vacas y son los más beneficiados en materia de asistencia crediticia, incluyendo la que se financia con fondos manejados por las AFAPs.
Estos empresarios son dueños de la mayor parte de las vacas en ordeñe que sustentan a la industria lechera. Del total de 288. 571 vacas en ordeñe poseen 173.000.
Producen 578 millones de litros de leche y ese enorme volumen tiene relación directa con el poder que detentan en Conaprole. En Conaprole, el poder de decisión de cada socio depende de la cuota de entrega de leche que tiene asignada. Cuanto más grande es la cuota, más poder de decisión tiene. Como consecuencia, son 9 los productores que controlan Conaprole, de la que así son en los hechos verdaderos propietarios de esta presunta cooperativa convertida, por esa vía, en una sociedad anónima.
Y no son pocos los beneficios que obtienen. Por ejemplo, en 2004 las ventas en el mercado interno y la exportación redituaron a Conaprole 184 millones de dólares. Y el año pasado 255 millones de dólares.
En el otro extremo están los pequeños productores que para no desaparecer se han visto obligados a armar una cadena de feriantes revendedores de quesos, dulces y otros productos.
Y ni hablar de los trabajadores de los tambos. Estos establecimientos ocupan a 24. 385 trabajadores, de los cuales 9. 551 son asalariados, sobre todo en los grandes tambos, que pagan salarios miserables. Las condiciones de vida y de trabajo de los peones de tambo, cuyas luchas atraviesan todo el siglo 20, no son muy distintas a las que padecen los esclavos de la forestación.
Mientras tanto, cada niño pobre consume 200 gramos de leche por día en comedores llamados escuelas o donados por organismos de beneficiencia y el ministro Mujica se preocupa...por las vacas. ¿Cuándo va a preocuparse por los niños, por los peones, por el pueblo?
¿De qué sirve cuidar vacas de ricos y de invertir millones cuando eso no redunda en nada para la población? Cuidar las vacas de los ricos es cuidar los bolsillos de los ricos, cuidar las vacas de los ricos es que vaya mas dinero al bolsillo del rico.
Es necesario dar vuelta la tortilla. Sólo cuando las vacas sean propiedad colectiva y al servicio de la mayoría de la población, vamos a comer carne, y no como ahora en el 2006, que hay hambre. Está primero la salud de la población y no la salud de las vacas. Primero los niños, después los terneros.
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